El mundo no es como me lo pintaron... No es exactamente esa casita de muñecas rosa; tampoco es el cuento de la cenicienta: nunca viene el hada madrina a concederme un deseo, aunque solo sea hasta las 12; no vivo en el bosque con siete enanos que me mantengan ni me fío de desconocidos; y encima... padezco de insomnio. Me engañaron. Y a base de desilusiones crecí, a base de las trampas que me ponían las envidias. Me enamoré y perdí el rumbo al ver que el azul se desteñía. Y ví que algunos sueños son, a veces, imposibles de alcanzar...
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